Yo Estoy Con Ustedes También Cuando Ustedes No Están Conscientes De Ello.

En esta reflexión, la Virgen nos recuerda que su presencia no depende de que la sintamos. Aunque no estemos conscientes, Ella está cerca, velando por nosotros y protegiéndonos bajo su manto, donde el enemigo no puede dañarnos. Solo nos pide permanecer en oración y en gracia para conducirnos al gozo eterno.

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Ven espíritu santo, llena los corazones de tus fieles y encienden ellos el fuego de tu amor. Envía tu espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra. Hoy vamos a reflexionar en el mensaje del de marzo de en el que la virgen Maria, con ternura y firmeza nos abre su corazón. Para mostrarnos cuánto nos ama, cuánto desea nuestra salvación y cuánto quiere que entendamos que aunque no estemos conscientes de su presencia, ella está con nosotros incluso cuando no la sentimos, permanece cerca, cuidándonos y protegiéndonos con amor de madre. Nuestra madre nos dice queridos hijos. Yo estoy con ustedes también cuando ustedes no están conscientes de ello. Yo quisiera protegerlos de todo aquello que Satanás les ofrece y con lo cual quiere destruirlos. Como llevé á Jesús en mi seno, así quisiera llevarlos también á ustedes mis queridos hijos, hacia la santidad. Por eso, queridos hijos comprendan también la gracia del don que Dios les da á través de mí, á fin de que yo pueda protegerlos con mi manto y conducirlos al gozo de la vida. Gracias por haber respondido á mi llamado cuando nuestra madre nos dice yo estoy con ustedes tan bien. Cuando ustedes no están conscientes de ello, nos revela algo que llena el corazón de esperanza. Su presencia no depende que la sintamos, aunque no estemos rezando, aunque estemos distraídos ó fríos espiritualmente, ella está ahí como una madre que vigila á su hijo mientras duerme, nos cuide en en silencio. Nos acompaña en nuestras jornadas y se mantiene cerca, incluso cuando no pensamos en ella. Esto significa que nunca estamos solos. Aunque el corazón esté seco, ó la mente llena de preocupaciones. También hay algo muy importante en este mensaje cuando nos dice. Yo quisiera protegerlos de todo aquello que Satanás les ofrece y con lo cual quiere destruirlos, nos advierte de sus trampas. El enemigo siempre presenta el mal como algo atractivo, pecado disfrazado de placer vivir sin reglas buscando solo lo que nos da gusto inmediato. Orgullo disfrazado de independencia, creyendo que no necesitamos á Dios ni á nadie, riquezas y poder convertidos en ídolos poniendo el dinero, el éxito ó la aprobación de otros en el lugar de Dios. Mentiras que parecen verdades, ideologías, modas y corrientes que nos alejan de la fe. María sabe que si cremos estas ofertas, nos vacían el alma y destruye nuestra relación con Dios. Por eso quiere cubrirnos bajo su manto, que no es solo un símbolo sin una verdadera protección espiritual bajo su manto, Satanás no tiene poder, puede tentar, pero no puede tocar lo que ella guarda para Dios. Esto significa que no puede dañamos espiritualmente ni arrebatarnos de la mano del señor mientras permanezcamos bajo su protección y en gracia, pero ojo, eso no significa que deje de tentarnos. La tentación siempre va á llegar porque forma parte de la batalla espiritual. Lo que cambia es que con María cubriéndonos y guiándonos, esas tentaciones pierden fuerza y recibimos una gracia especial para reconocerlas y rechazarlas. Sin embargo, sí podemos caer incluso estando bajo su manto. Si voluntariamente abrimos la puerta al pecado. Es como estar bajo un paraguas en la tormenta mientras estamos bien pegados, á ella. La lluvia no nos toca, pero si nos alejamos ó asomamos la cabeza por curiosidad, ó debilidad, podemos mojarnos. La clave. No es sólo estar bajo su manto, sino permanecer ahí con humildad, obediencia y oración constante. La protección de la virgen no anula nuestro libre albedrío. Ella nos cuida, pero nosotros tenemos que elegir permanecer cerca en gracia y en oración. Y así el enemigo no podrá tocarnos. Conclusión, nuestra madre nos dice no temas, estoy contigo, aunque no lo note. Déjame cubrirte con mi manto. Apartarte del mal. Y conducirte al gozo eterno.